La experiencia del Holocausto nazi durante la Segunda Guerra Mundial, dio origen a la Declaración Universal de los Derechos Humanos e introdujo en la agenda de las relaciones internacionales un tema hasta entonces considerado como extraño y ajeno. A partir de ese momento y, especialmente durante la década de los noventa, se produjo una revolución política y jurídica sobre los derechos humanos en el escenario internacional que se ha ido cristalizando en lo que llamamos un régimen internacional. Por lo tanto, siguiendo la clásica definición de S. Krasner, la comunidad internacional cuenta hoy con unos “principios, normas, reglas y procedimientos de toma de decisiones, implícitos o explícitos, alrededor de los que convergen las expectativas de los actores en un área determinada de las relaciones internacionales”1 – en este caso, los derechos humanos.
Las personas, los estados, las organizaciones internacionales, las corporaciones, las universidades y las ong’s, entre otros actores, parecen compartir un lenguaje común que defienden como el estándar mínimo, la línea roja a defender ante cualquier difícil coyuntura social. Sin embargo, este consenso no está exento de complejidades porque la idea de derechos humanos y, sobre todo, el régimen internacional que los promueve es, como advierte Ignatieff, una construcción política y no un presupuesto moral natural compartido por todos los individuos y pueblos del mundo (M. Ignatieff, 2003). El excesivo tratamiento moralizante de los derechos humanos ha difuminado su tratamiento desde un enfoque político que difícilmente encuentra razones para justificar la “neutralidad” con la que dicen actuar los diferentes actores en el campo humanitario (por ejemplo, ong’s como Amnistía Internacional o Brigadas Internacionales de Paz, o la ONU en las intervenciones armadas humanitarias o en las operaciones de asistencia y emergencia humanitaria).
La hipótesis de partida de este curso es tomar los derechos humanos como política; es decir, asumir que son el resultado contingente de una correlación de fuerzas en un contexto histórico determinado y que, tanto su origen como su desarrollo difícilmente pueden estar legitimados por un consenso armónico y sostenible en el tiempo. Por el contrario, son políticas y, por ello, cabría aproximarse a ellos como un campo social complejo con permanentes tensiones y confrontaciones entre posiciones con diversos presupuestos epistemológicos, ontológicos, antropológicos y axiológicos que contienen maneras distintas de sentir, conocer, actuar e interpretar el mundo. Así, esos principios en torno a la humanidad sobre los que todo el mundo parece estar de acuerdo, son interpretados aquí como un campo de luchas simbólicas y materiales, atravesado por relaciones sociales e intereses divergentes.
En el mundo global contemporáneo, los derechos humanos pueden leerse simultáneamente como hegemonía y como contra-hegemonía, siguiendo a Gramsci. Por una parte, el que fuera un lenguaje de liberación articulado por las personas frente a las acciones opresoras de los estados soberanos modernos, se ha convertido en parte del lenguaje político institucional estatal y de las organizaciones internacionales que, en ocasiones, lo utilizan como estrategia de homogeneización y persecución de intereses nacionales. Pero, simultáneamente, los derechos humanos continúan siendo utilizados por muchos actores como un lenguaje de emancipación, capaz de inspirar constelaciones de luchas políticas democráticas que permitan a los individuos, pueblos y grupos visibilizar sus prácticas de resistencia, reclamar justicia y enunciar proyectos políticos alternativos. ¿Cuáles son estas reformulaciones alternativas de los derechos humanos como resistencia a la sobre-codificación de las instituciones internacionales actuales?; ¿por qué estos discursos contra-hegemónicos se siguen formulando en torno a la idea de derechos humanos y no otras?
En definitiva, los objetivos del curso son principalmente dos. En primer lugar, estudiar el régimen internacional de los derechos humanos desde su dimensión política (como hegemonía y contra-hegemonía). Y, en segundo lugar, ubicar este análisis, desde una perspectiva crítica, en los diversos desafíos que las dinámicas de la globalización contemporánea plantean sobre la concepción de los derechos humanos desarrollada en el régimen internacional desde los años cincuenta (un enfoque excesivamente estatocéntrico, territorializado, legalista, de derechos civiles y políticos, moralizante, entre otros).
Son muchos, como muestra en parte el programa, los temas que hoy interrogan al régimen internacional de derechos humanos en términos de principios, normas y procedimientos. Incluso reconociendo la naturaleza política del régimen, el concepto de sociedad internacional (racionalista o grociana) sobre el que se construyó atraviesa un momento de revisión a la luz de demandas de repolitización de la política, reconocimiento de la diferencia cultural, cuestionamiento del estado de derecho y de la democracia liberal, así como el rechazo a narrativas sobre universales y absolutos. A lo largo del curso se analizarán en profundidad cada uno de estos temas. Sin embargo, quisiera cerrar esta introducción al curso subrayando que uno de los primeros desafíos para políticos, activistas y para estudiantes de Ciencia Política y Relaciones Internacionales será reconocer que hoy más que nunca en su historia, los derechos humanos son “derechos torcidos” – si bien, como nos enseñó Isaiah Berlin, siempre es difícil enderezar el fuste torcido de la humanidad (I. Berlin, 2002).